Los seres humanos, por regla general, tendemos a culpar a otros por los males que nos ocurren. De ahí proviene el refrán de que “la culpa es huérfana”. Sin embargo, la Biblia nos enseña algo diferente: Dios nos llama a aceptar nuestra culpa y recogerla. En las Escrituras, Dios nos muestra varios ejemplos sobre la importancia de que, como cristianos, asumamos las consecuencias de nuestros errores y, además, nos pide dar más por los demás.
Caminar una milla extra
Jesús nos enseña en Mateo 5:41 que, cuando nos piden que caminemos una milla, debemos estar dispuestos a caminar dos. Personalmente, esta enseñanza ha estado trabajando en mi corazón últimamente. Muchas veces pensamos que la vida es injusta, que las personas no reconocen nuestro trabajo, pero Dios nos llama a hacer más. Cuando estamos dispuestos a hacer más por nuestro prójimo, estamos siendo obedientes a Dios.
En el tiempo bíblico había una ley, la cual establecía que si un soldado romano pasaba por allí, te podía obligar a caminar una milla con su equipo, debido a que estos eran muy pesados. Lo interesante que Jesús usa este acontecimiento, el cual los judíos consideraban como una humillación, para enseñarle que si te obligan a caminar una milla, que camines dos. Fuismos llamados a servir a los demás. Es por esto, que si un hermano tiene algo contra mí, aunque yo entienda que yo no tenga la culpa o que yo no haya iniciado el problema, nosotros venimos llamados a resolver la situación “en cuánto esté de tu parte, estar en paz con todos”.
Soportando la tentación
Santiago 1:12-18 dice: “Dios bendice a los que soportan la tentación” (NTV). Dios nos llama a resistir la tentación, lo cual nos ayudará a recibir Su bendición. Muchas veces no estamos dispuestos a resistir porque no entendemos los beneficios de hacerlo. Cuando comencé en la vida cristiana, trataba de portarme bien porque era lo que me decían, pero luego entendí esta verdad: resistimos la tentación porque Dios nos amó tanto que, como muestra de agradecimiento, queremos ser fieles a Sus mandatos. No somos obedientes desde la esclavitud, sino desde el agradecimiento. Lo que sostiene a los cristianos es el amor de Dios; el hecho de que Dios nos amó primero (1 Juan 4:19).
La corona de vida
Resistimos la tentación porque Dios nos prometió una corona de vida si resistimos (Santiago 1:12). La corona de vida es un regalo por nuestra obediencia a Dios. Me gusta hacer una comparación que leí hace un tiempo: Jesús, siendo Dios, el Rey de reyes, dejó a un lado Su corona (renunció a Su gloria) para asumir una corona de espinas. Pero cuando Jesús venció a la muerte, volvió a tomar Su corona como Rey de reyes, y la Biblia dice que el Padre le dio “un nombre que es sobre todo nombre para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla”.
Tu tentación es la corona de espinas que debes asumir y resistir hasta que Cristo nos llame. Si fuiste fiel en resistir la tentación y ser obediente a Dios, Él cambiará tu corona de espinas por una de vida.
Somos tentados por nuestras propias pasione
Los seres humanos tendemos a culpar a Dios por todo lo malo que nos pasa o por el mal que hay en el mundo. A veces lo hacemos de forma directa, otras veces decimos que fuimos creados así, o que es un gen, y así justificamos nuestros pecados o situaciones. Pero, ¿te has preguntado realmente si Dios quiere hacerte eso? ¿O será que tú has decidido quedarte en esa situación?
Dios no murió por ti para que le echaras la culpa a Él, ni para que busques una forma simple de salir de la responsabilidad que Él te ha dado. Los cristianos debemos entender que nuestra tentación viene de nuestros propios deseos. Debemos llevar cautivos nuestros deseos a la autoridad de Dios. Los deseos no son malos en sí mismos; se vuelven malos cuando estamos dispuestos a hacer lo que sea para lograrlos y cuando no están alineados al plan de Dios.
Desafío
Te desafío hoy a que le pidas a Dios que te ayude a entender cuáles deseos has permitido que ocupen el lugar de Dios en tu vida. En nuestro próximo devocional te hablaré como puedes llevar esos deseos cautivos a Jesús en tu vida.